martes, 3 de agosto de 2010

Pues sí, se me olvidó decir que no sé seguir rutinas. Así que me verán de cuando en vez.
Una mente tan empapada de ideas, de cosas que suceden a diario, nada muy profundo, no lo suficiente superficial, pero definitivamente interesante. Así es como me describo ahora. [Ahora que escribo sola, así medio anónima como siempre ha sido mi intención.]
A mis lectores imaginarios, les cuento que he pasado un fin de semana de maravilla. Estuve en Jarabacoa y allá descubrí mi apego a la ciudad. En 25 horas entendí que el sonido del agua del rio solo es divertido cando uno tiene el control de apagarlo y encenderlo, que los mosquitos son mis fieles seguidores [y no hay vainilla que los espante] y que de por dios soy muy friolenta! Nunca había deseado tanto ese pedazo de comodidad que me ofrecen mis padres en mi casa, ese lugarcito al cual la mayoría conocemos como hogar; Y ni hablar de mis insoportables hermanos, que por lo menos fueron educados con la misma macana que a mí.
Admitir que fue divertido, solo le quita diversión a mi relato, por lo que omito la parte divertida adrede. Así me evito decepciones y alimento un poco el espíritu de creatividad, [que los necesarios pero inútiles pedagogos de la isla bonita “Rep. Dom.”] olvidan alimentar o peor aún, aniquilan con sus técnicas de enseñanza.
Y bueno pues, el fin de semana pronto se convirtió en inicio de la misma, y yo que estoy en vacaciones no pagadas, decidí irme de go-kart con la amiga Teni, y bien que me resultó la salidita porque resolví asuntos que no se si para el día de hoy hubiese resuelto. Así somos, un tanto impredecible, ya les he contado.
Y así como somos de impredecibles, así lo es mi amigo Morfeo, el que llega sin ser llamado, me recuesta sobre la cama y me acompaña hasta que mis ojos se abren. El repite el mismo procedimiento una y otra vez y yo respondo con la misma correspondencia tantas veces como él lo hace. Sin darme cuenta, ya casi es mitad de semana y yo estoy frente al computador observando lo que pasa o no en mi vida, pretendiendo que no sé lo que hago y haciendo otras cosas que ya antes había hecho.
No he querido mencionar la insolación porque siempre es bueno padecer una insolación accidental, solo por andar arquitecteando. [Yo se que la realidad está en mi mente, pero ustedes lean entre líneas que aveces lo hago también y me resulta]
Aquí me despido porque la luz se apago y yo sin luz no funciono.

No hay comentarios:

Publicar un comentario